26/10/2020
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En 2012 se sientan las bases de un nuevo proyecto que pretende reinventar la enseñanza superior. La idea era construir la universidad del siglo XXI, efectiva, tecnológica, transversal, basada en el pensamiento crítico, la resolución creativa de problemas y en una eficaz comunicación. Así, Minerva recibe a sus primeros alumnos en 2014.
El fundador del proyecto, Bel Nelson, explica cómo el propósito de esta nueva universidad se encuentra en un innovador concepto de curriculum y de alumnado. El aprendizaje no se dirige a un cuerpo de conocimientos entendido como hasta ahora (de hecho, no existen las clases magistrales) sino a un conjunto de habilidades transversales trabajadas de forma activa y consideradas relevantes para los trabajos que se demandarán en el futuro. En cuanto al alumnado, el proceso de selección no es el habitual en Estados Unidos, se pretende elegir a los mejores pero con una visión muy internacional: son los estudiantes más brillantes pero también los que demuestran una amplia curiosidad intelectual y cultural. En este vídeo el propio Bel Nelson explica cuáles son los pilares sobre los que se asienta Minerva.
La experiencia de su creación y trabajo diario se recogen en el libro Building the intentional university : Minerva and the future of higher education , disponible en nuestro centro. Con un prólogo del propio Nelson, diversos autores van desgranando cada aspecto de esta nueva manera de concebir la enseñanza superior: centrada en el conocimiento práctico, adaptada a un mundo cambiante, utilizando una plataforma tecnológica para impartir pequeños seminarios en tiempo real. También se contempla un cambio drástico de la concepción del campus. Los alumnos comienzan su andadura de cuatro años en San Francisco, donde viven en una residencia común con el resto de compañeros y asisten a las clases interactivas de forma virtual. Después, cada semestre viajan y viven en otras seis ciudades diferentes: Buenos Aires (Argentina), Londres (Reino Unido), Berlín (Alemania), Hyderabad (India), Taipéi (Taiwán) y Seúl (Corea del Sur). Se advierte de que el coste es mucho menor que el de estudiar en cualquiera de las universidades de la IVY League, y argumentan que su alumnado es socioeconómicamente hablando, de los más diversos. En el primer año, las clases son uniformes para todos los estudiantes. A partir del segundo comienza la especialización. En tercero, trabajan en grupos de 3 estudiantes. En cuarto, el último año, finalizan con un proyecto personal.
Pero también algunos especialistas empiezan a destacar ciertos puntos débiles reflejados en este artículo de The Guardian : la pérdida del campus y la vida estudiantil tradicional, algunas ventajas de las clases presenciales o la selección de alumnos, considerada excluyente para los que no son tan brillantes.