28/11/2023
Fondo bibliográfico
Si tal y como decíamos en una entrada anterior , la educación ha sido una temática recurrente en muchas películas, el cine también se ha utilizado como un recurso reiterado en las aulas. Como refiere la ponencia El cine como recurso didáctico para una educación crítica y emancipadora el alumnado está habituado al consumo de cultura visual, solo hemos de redirigir su mirada hacia nuestra propuesta cinematográfica. Desde ahí, se puede incidir en la comunicación de contenidos transversales, conduciendo al estudiante hacia el descubrimiento de mensajes que se hallan más allá de la piel de las imágenes.
Según la obra El cine como recurso didáctico en la enseñanza virtualizada: estudio y análisis de algunas obras fílmicas , el cine resulta adecuado para captar la atención y facilita la comprensión de contenidos, contribuyendo a una educación en valores. Para ello, el docente debe incluir los objetivos que se persiguen y tareas complementarias en su recomendación cinematográfica. Algunas de las películas que propone son: ¡Qué verde era mi valle! (John Ford, 1941) para explicar historia contemporánea; El Club de los Emperadores (Michael Hoffman, 2002) para ciencias sociales; Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012) para filosofía; y A propósito de Robin Hood (Ridley Scott, 2010) para temas financieros.
El volumen Sentir y pensar el cine: una mirada desde la educación , defiende que las películas impactan en la sensibilidad y amplían nuestra mente; permiten encontrar gente de lugares, culturas y épocas distintas, conocer personalidades muy diferentes y ampliar los modelos de vida buenos y malos que tenemos a nuestra disposición. El lenguaje audiovisual interpela a la persona a nivel sensorial, intelectual e imaginativo al mismo tiempo, por eso, las imágenes cinematográficas siguen adheridas a nuestra memoria mucho tiempo después de que los contenidos de las explicaciones sistemáticas se hayan difuminado. Recomienda una serie de películas según distintas temáticas. Así, la educación afectiva podría reflejarse en La rosa púrpura del Cairo (Woody Allen, 1985); el ser humano y la cultura en El señor de las moscas (Harry Hook,1990); la existencia humana desde la filosofía y el arte en Ojos negros (Nikita Mikhalkov, 1997); y la mente humana y el conocimiento en Doce hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957).
Para el libro Otra educación con cine, literatura y canciones estas propuestas son historias que nos tocan, intervenciones con las que nos identificamos, espejos que nos devuelven imágenes, metáforas que nos obligan a cuestionarnos... Hace también un recorrido por diversas propuestas didácticas con recomendaciones de películas: para lo que se aprende fuera de la escuela sugiere El olivo (Iciar Bollaín, 2016) o Lost in translation (Sofía Coppola, 2003); para aprender y convivir con diferencia cultural y sexual: Estados Unidos (Woody Allen, 1977) o Carmen y Lola (Arantxa Echebarría, 2018); para tratar la memoria contra la barbarie y la impunidad: La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) o La trinchera infinita (Joan Garaño y Aitor Arregui y Jose Mari Goenaga, 2019); para el ahondar en el lenguaje: Martín Hache (Adolfo Aristarain, 1997) o La librería (Isabel Coixet, 2017); y sobre el tema de la infancia: Verano 1993 (Carla Simón, 2017) o La vida de Calabacín (Claude Barras, 2016).
Por último, la monografía Mis mundos dentro del aula: cine y educación manifiesta que los profesores van siendo cada vez más conscientes de que tienen en el cine un buen aliado para la tarea educativa, empleándolo para ilustrar y facilitar la asimilación de contenidos de asignaturas, para la educación afectiva y moral y para ampliar sus experiencias. Propone la película El ojo público (Howard Franklin, 1992) para educación plástica y visual; Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966) para la comunicación y expresión audiovisual; Quiero ser como Beckham (Gurinder Chadha, 2002) para la lengua inglesa; El cartero (y Pablo Neruda) (Michael Radford, 1944) para la lengua castellana; y Crash (Paul Haggis, 2004) para tratar la ética y la psicología social.
Como hemos visto, el diálogo de la educación con el cine posee un gran atractivo y poder difusor para tratar diversos temas e incorporar las materias a nuestra memoria de manera más persistente, mediante las narraciones cinematográficas,