02/12/2020
Actualidad
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La vida que existe en la Tierra depende de la capacidad de las plantas para transformar la materia inorgánica en orgánica y ponerla a disposición del resto de los seres vivos del planeta. Y el suelo es el elemento fundamental del que las plantas sacan nutrientes para sobrevivir.
El suelo no es solo un sustrato de apoyo, es un elemento vivo en el que las sustancias minerales y multitud de organismos microscópicos y macroscópicos interaccionan transformándolo en un sustrato fértil que permite el desarrollo de la cobertura vegetal. Proporciona alimentos y es un importante fijador de dióxido de carbono que palía el efecto invernadero que contribuye al cambio climático.
Además de contribuir a la regulación del clima, el suelo desempeña otras muchas funciones importantes: es una fuente de productos farmacéuticos, recursos genéticos, alimentos, fibras textiles, combustibles, materiales de construcción; purifica al agua y elimina contaminantes; contribuye al reciclaje de nutrientes; es la base de las infraestructuras humanas y un importante elemento de la herencia cultural.
La deforestación, los monocultivos, el uso indebido de fertilizantes y pesticidas lo degradan, haciendo disminuir su resistencia a patógenos y a plagas y poniendo en riesgo su biodiversidad.
Conservar y restaurar el suelo es una responsabilidad colectiva que, junto con el desarrollo de políticas basadas en evidencias científicas, puede permitir la conservación de cada tipo de suelo distinto que existe en cada rincón del planeta. Todo lo que comemos y bebemos pasa por el suelo, nuestra salud y la del Planeta están relacionadas con la salud del suelo.
La protección del suelo y su biodiversidad es el eje central de la celebración del Día Mundial del Suelo (WSD), que tiene lugar desde el año 2014 cada 5 de diciembre. Está en nuestras manos colaborar con la importante tarea del cuidado de nuestros suelos.