En la mesa de redonda «La educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía global como promotoras de la Agenda 2030: las personas y el planeta en el centro» se trataron cuestiones relativas a cómo impulsar transformaciones sociales y ambientales desde los centros educativos con un enfoque de ciudadanía global y qué aprendizajes son importantes en el mundo que vivimos desde la perspectiva de la educación transformadora.
Miriam Campos considera que, para generar una ciudadanía global que participe, habrá que hablar precisamente de esos diseños participativos en los que convirtamos al alumnado en agente de aprendizaje preguntándole qué es lo que quiere hacer y qué es lo que querría mejorar. Esto es precisamente lo que aborda la competencia ciudadana que se menciona en la LOMLOE y que entra en vigor en el próximo curso. Además, contempla que esa ciudadanía responsable tiene que ser capaz de participar en la vida social.
Silvana Longueira destaca la importancia de algunos de los pasos que se han dado recientemente, entre los que se encuentra la LOMLOE. Pero considera que toda la responsabilidad del cambio no se puede cargar en el sistema educativo, ya que siendo coherentes, hay que tener en cuenta el contexto: el entorno social, cultural y las familias. Por otro lado, considera importante la formación inicial y formación permanente del profesorado. El profesorado debe ser reconocido y debe ser amplificado con altavoz ya que sus experiencias pueden ser replicables y hacer que todo el sistema pueda aprender de sí mismo.
Para Yénifer López, cuando se esté pensando en construir ciudadanía global y educación transformadora es necesario que los entornos de aprendizaje lleven al alumnado a ser empáticos, a ser capaces de resolver conflictos, a trabajar en equipo, a saber escuchar de manera activa y tomar decisiones de manera conjunta. Además, se necesita la capacidad de resiliencia y gestión de la frustración para ser creativos e imaginativos y poder hacer propuestas novedosas ante las dificultades y los retos del futuro.
En la mesa de redonda «La educación ecosocial como nexo entre la ciudadanía global y el desarrollo sostenible» se trataron cuestiones relativas a cómo se debería trabajar, con una única perspectiva, la educación transformadora e incorporarla en el aula.
Para Esther Gutiérrez, la escuela es un espacio transformador de encuentro entre personas. Además, es un espacio privilegiado ya que ese encuentro es intergeneracional, diverso, inclusivo, compensador de desigualdades y generador de alianzas tanto internas como externas con los agentes sociales con los que se trabaja o instituciones culturales del barrio en el que se encuentra. Desde la escuela se desarrollan proyectos locales, proyectos globales y se visibiliza esa perspectiva local-global. Toda la comunidad educativa es una ciudadanía global, dónde hay una escuela abierta se hace un mundo mejor.
Mª Antonieta Hernández considera que hay cinco aspectos fundamentales: establecer para qué se enseña y para qué se aprende, utilizar metodologías activas, fomentar la transversalidad como efecto multiplicador de aprendizajes, establecer los contenidos curriculares, como es el caso de la LOMLOE y, por último, evaluar de una forma diferente. Pero para todo ello es necesario que se produzca en el profesorado un cambio de mirada hacia el sistema educativo, un cambio en su estilo de vida, con modelos más saludables y sostenibles y respetuosos con el planeta y, por último, una formación para convertirse en líderes de cambio.
Romina Kasman comentó que la escuela debe involucrar y promover la participación de familias, estudiantado, docentes, directivos y comunidad que la rodea, para decidir los procesos de enseñanza aprendizaje y su vinculación con la comunidad. Lo que se está aprendiendo se debe poder aplicar en la vida del estudiantado, así como en la vida de su comunidad, de su país y del mundo, dando así sentido a la pertenencia a una humanidad común. La misma experiencia colectiva del aprendizaje es una experiencia ciudadanía, es una experiencia de participación.