«Necesitamos la tecnología en cada aula y en las manos de cada estudiante y de cada profesor/a, porque es el bolígrafo y el papel de nuestro tiempo, y es la lente a través de la cual experimentamos gran parte de nuestro mundo»
David Warlick.
Si se echa la vista atrás, palabras como internet, web, software o smartphone serían impensables en el vocabulario escolar de las personas que estudiaron en épocas pasadas. La informática no solo ha cambiado la forma en que vivimos y trabajamos, sino que también ha modificado nuestra manera de relacionarnos, aprender e incluso pensar. La IEA no ha sido ajena a todos estos cambios y, desde finales de los años ochenta, ha dirigido parte de su investigación sobre el rendimiento educativo al uso pedagógico de la informática. La educación del siglo XXI no puede entenderse sin la revolución tecnológica que estamos viviendo, y que ha transformado completamente nuestro entorno a un ritmo vertiginoso. Preparar a los estudiantes para una sociedad digitalizada es un reto que implica la responsabilidad de entender, adaptar y aplicar estos cambios en la formación del alumnado y de sus docentes. Es justo valorar el uso de las TIC al servicio de la comunidad educativa, que ha favorecido el interés del alumnado por los contenidos y ha creado nuevas formas y espacios de interacción para el aprendizaje. El potencial que continúa ofreciendo internet, combinado con la utilización de nuevos dispositivos electrónicos disponibles en el aula o fuera de ella, permite que las TIC en educación sigan adaptándose a los nuevos tiempos.
Pero ¿qué se entiende por ser competente en materia digital? Es difícil dar una respuesta a este interrogante tan amplio y, a la vez, tan necesario hoy en día. ICILS, el Estudio Internacional sobre Competencia Digital de la IEA, pretende arrojar luz al respecto, recopilando datos comparativos fiables a gran escala del conocimiento de los jóvenes de 13 y 14 años a nivel digital, así como de sus opiniones, creencias y actitudes al respecto. Entendida en ICILS como la capacidad para investigar, crear y comunicarse utilizando los ordenadores, la competencia digital no solo consiste en saber hacer clic en los enlaces de una página web. La competencia digital va más allá, e invita también a fomentar un uso crítico, responsable y respetuoso de la informática, reforzando, a su vez, la formación integral de las personas. El nivel de competencia digital es un aspecto importante a determinar puesto que puede suponer una referencia útil del grado de desarrollo de un país. Así, el interés que la Unión Europea ha mostrado por el estudio ICILS, como indicador clave para evaluar objetivos estratégicos que minimizan la brecha digital, refuerza la conveniencia de participar en esta evaluación internacional.
El pensador Peter F. Ducker opinaba que vivimos en una época de innovación, donde una educación práctica debe preparar al individuo para trabajos que todavía no existen y no pueden ser claramente definidos. Seguramente, las generaciones de estudiantes presentes y futuras acabarán moviéndose en dichos entornos laborales o académicos altamente digitalizados. La pandemia supuso, indiscutiblemente, una puesta a punto de su nivel de competencia digital. Actualmente esta competencia está ya integrada y bien establecida en el sistema educativo español con la entrada en vigor de la LOMLOE. A través de la educación, se pueden ir moldeando las capacidades de los jóvenes para que lleguen a tener éxito en el futuro prometedor y cambiante que se les presenta, dominando no solo la informática y las redes sociales sino otras disciplinas y herramientas tales como la programación, la robótica o la inteligencia artificial, de más reciente desarrollo y con un espectacular potencial. Dotar a los estudiantes con espacios que gocen de una buena conectividad y con fácil acceso a dispositivos tecnológicos variados es, sin lugar a dudas, una sabia inversión.
Este Informe se presenta con verdadera expectación e interés por ser la primera vez que España participa en el estudio ICILS. A golpe de teclado y de ratón, y navegando por los distintos capítulos y apartados del mismo, se pretende describir los principales resultados nacionales obtenidos por el alumnado en la prueba cognitiva sobre competencia digital, así como sus respuestas en el correspondiente cuestionario de contexto. Asimismo, se muestran también los resultados de las once comunidades y ciudades autónomas que ampliaron su muestra para obtener datos representativos propios, que enriquecen el análisis de los resultados a nivel nacional. En la versión digital del informe se incluyen también dos módulos interactivos liberados que ilustran de qué forma se ha evaluado la competencia digital del alumnado en este estudio.
No resulta sencillo llegar a poner a punto un estudio de evaluación de estas características sin la colaboración estrecha entre la IEA y los responsables de las administraciones de los países participantes, que han demostrado especial dedicación en cada una de las fases del presente ciclo. Desde el INEE, se agradece enormemente el trabajo y esfuerzo de los equipos técnicos de las comunidades autónomas y la participación de los equipos directivos, coordinadores TIC, profesorado y estudiantes que contribuyeron a la recogida de datos de ICILS 2023.
Finalmente, valorados en su conjunto, los datos de este informe podrán dar pie a fomentar debates activos acerca de la conveniencia y perspectivas de futuro de las TIC en materia educativa, la regulación y uso razonable de la inteligencia artificial en las aulas o la minimización de una eventual brecha digital. A buen seguro, el informe ICILS 2023 invitará a una reflexión racional sobre el camino emprendido por nuestra sociedad hacia su verdadera, e indiscutiblemente necesaria, transformación digital.