28/02/2023
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Ya está disponible el primer informe sobre los resultados recogidos en un estudio dirigido a identificar, evaluar y analizar las percepciones de alimentación saludable, las prácticas alimentarias y los hábitos de vida saludables, entre las y los escolares de 12 a 14 años de edad, y que ha sido elaborado al amparo de la Agencia Española de la Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), perteneciente al Ministerio de Consumo.
Este trabajo, de carácter cualitativo y basado en grupos focales o de discusión, cuya fase práctica se realizó a lo largo del curso escolar 2021-2022, ha permitido un acercamiento holístico a la cotidianidad de las y los adolescentes participantes, a través del conocimiento de sus intenciones, expectativas, experiencias y opiniones. Al grupo diana, que en el momento del estudio cursaba primero y segundo de Educación Secundaria Obligatoria, se llegó mediante una muestra seleccionada en diversos centros educativos del territorio nacional.
La adolescencia representa una ventana de oportunidades, pues, al ser una etapa crítica para el crecimiento y desarrollo, permite corregir los hábitos inadecuados de la niñez, así como aceptar los propios para contribuir a una buena nutrición, salud y bienestar. Por ello, este estudio se llevó a cabo con la intención de profundizar en la comprensión de las concepciones generalizadas que tienen las y los jóvenes sobre alimentación, salud y nutrición, así como de los factores que las determinan y que pueden llegar a afectar a la conciencia en torno a su forma de consumo.
Esta perspectiva resulta fundamental para comprender las características de un entorno obesogénico que favorece el aumento de peso y de la obesidad, con todos los factores de riesgo asociados para la salud presente y futura de la población escolar. Son varios los factores que influyen en este entorno, desde decisiones sobre estrategias políticas y comerciales, hasta la disponibilidad o acceso a alimentos saludables, las infraestructuras disponibles que favorecen el desplazamiento saludable o la práctica deportiva, los centros escolares, entendidos como escuelas promotoras de salud y las oportunidades de actividad física en los entornos cercanos de las y los adolescentes. Igualmente importantes son las normas sociales, las normas culturales, el nivel socioeconómico y el entorno familiar de esta población escolar, etc.
El estudio realizado por la AESAN, con la colaboración de la Dirección General de Evaluación y Cooperación Territorial de este Ministerio, ha contado con la indispensable ayuda de las consejerías de educación de las comunidades autónomas de Andalucía, Baleares y Madrid, con el apoyo de los ayuntamientos de Cádiz, Málaga, Palma de Mallorca y Rivas Vaciamadrid y el de la empresa COGLOBAL.
Algunas de las conclusiones más interesantes ponen de manifiesto que la mayoría de las comidas se preparan o ingieren en la vivienda familiar y que estas están principalmente compuestas de carbohidratos simples, como pan, pasta o patatas. Precisamente, estos son los alimentos que más gustan a las y los participantes, a pesar de que consideran que las carnes, verduras, legumbres y frutas son más saludables. Se observa una relación entre alimentos más consumidos en la vivienda familiar y los que más gustan a las y los adolescentes.
Otro aspecto llamativo es que el consumo de verduras, legumbres y frutas fue más alto en la zona periurbana, seguido de la zona de renta media alta, y más bajo en barrios vulnerables; en este último entorno se hizo mayor alusión a la ingesta de productos precocinados y se manifestó una mayor frecuencia de participantes que afirmaban no desayunar. Por otro lado, los grupos de discusión localizados en las zonas de mayor renta suelen tomar cenas más ligeras que aquellos localizados en lugares de menor renta. Además, se observó que las mujeres discutieron más el tema de los hábitos alimentarios que los varones. Los adolescentes suelen elegir sus alimentos según su apariencia y sabor, independientemente de si los consideran o no saludables.
Si hablamos de ejercicio físico, se observó que la fuente principal de práctica del mismo procedía de las actividades extracurriculares deportivas, contrastando con las prácticas realizadas durante el tiempo libre de las y los adolescentes, momento en el que suelen elegir actividades pasivas. Además, se ha encontrado que el principal factor que motiva a los jóvenes a realizar actividades físicas es su propio interés, aunque no es el único, ya que se ha observado que en aquellos institutos en los que se dispone de una gestión de instalaciones apropiada, o estructuras organizativas asociadas a dinámicas de patios dinámicos, se ha favorecido la decisión de las personas en relación al compromiso con la práctica físico deportiva.
El ejercicio físico suele ser considerado como un hábito saludable en aquellos grupos procedentes de renta media-baja y media alta. Sin embargo, en aquellos grupos de discusión procedentes de barrios vulnerables y de zonas periurbanas, el ejercicio físico es utilizado como una estrategia de afrontamiento del estrés. Una vez más, las mujeres discutieron más sobre las estrategias que utilizan para gestionar el estrés que los chicos.
Vinculada con esto último aparece la conexión entre la salud mental y las prácticas saludables que han establecido las y los adolescentes. Así, declaran que dentro de los principales factores causantes del estrés destacan con diferencia: la comparación social, el exceso de exámenes, la falta de tiempo para hacer deberes y las exigencias familiares. Es decir, la falta de tiempo debida a las exigencias académicas constituye para el alumnado una de las principales barreras para hacer ejercicio.
De manera generalizada, la población abordada en este estudio sostiene que la base de una vida saludable consiste en tener una alimentación variada y controlar y realizar ejercicio físico. En este sentido, se identifica la alimentación saludable más con la variedad que con la importancia de los alimentos frescos o de un alto contenido en vegetales claves en una alimentación saludable. Es decir, prima el concepto de variedad sobre la calidad nutricional. Por contra, se consideran como alimentos no saludables aquellos con exceso de azúcar, como las chucherías, los refrescos, la comida rápida y las grasas. Los adolescentes citan, como factores favorecedores de una alimentación saludable, la influencia de la familia, de los medios de comunicación, y la del centro educativo.
El interés personal es, de nuevo, la herramienta fundamental con la que la población estudiada declara que se enfrenta a los obstáculos y barreras detectados. Entre dichas barreras, consideradas por el alumnado como importantes, se encuentran el nivel socioeconómico, la falta de tiempo para organizar la compra, o bien las dificultades para preparar las comidas, la oferta en los centros educativos y la presión social, sin que haya diferencias por zona de residencia.
Explorar, describir y comprender la perspectiva, la vivencia y las emociones de la población adolescente objeto de estudio nos ayuda a garantizar su participación en el diseño de políticas públicas encaminadas a combatir el problema de la obesidad en este grupo. Los datos obtenidos servirán para mejorar las condiciones de salud de toda la comunidad educativa y por extensión de toda la sociedad.