Existe un consenso amplio en el ámbito internacional a la hora de considerar la transparencia como un instrumento de mejora de la educación. El Método Abierto de Coordinación de la Unión Europea y los correspondientes informes de seguimiento vinculados a las estrategias sectoriales de avance de la Unión en materia educativa, o los cada vez más robustos informes PISA indican, a modo de ejemplo, hasta qué punto ese consenso se ha ido consolidando en la última década.
Los mecanismos básicos mediante los cuales actúa la transparencia como instrumento de mejora tienen que ver con los formidables efectos del feedback —o retroalimentación— que ejerce la información generada por vía de la transparencia, sobre la realidad social. En estos mecanismos las opiniones públicas desempeñan, en los países avanzados, un papel insustituible de mediadores entre la ciudadanía y las instancias de decisión. Así, la transparencia garantiza la difusión de los resultados o de los procedimientos, y, sea de un modo directo, sea indirectamente a través de los medios de comunicación, impulsa la actuación de los responsables políticos, promueve la corrección de los errores y estimula la respuesta de los poderes públicos, en términos de rendición de cuentas y de responsabilidad. Aquellos sistemas en los que opera este tipo de mecanismos se comportan de un modo inteligente y se benefician de procesos continuos de mejora.
Participación Educativa (Segunda época)