Uno de los rasgos más característicos de las sociedades modernas es su complejidad. Esa complexificación de nuestro mundo, que desde una mirada madura se aprecia con relativa facilidad, ha sido, en parte, consecuencia de la apertura radical que ha supuesto el avance progresivo de la ‘sociedad de la información’. Estamos, de hecho, ante una sociedad sin fronteras. Pero ese incremento mayúsculo de los flujos de información que la atraviesan y que la identifican, a la vez que estimula los propios procesos de apertura, contribuye decisivamente a su creciente complejidad.Salto de línea El sistema educativo constituye un subsistema social que ocupa una posición central en el seno de los países desarrollados y que, debido a ello, se ve afectado de múltiples maneras por una dinámica de cambio rápido y por el crecimiento acelerado de la complejidad social. Esta mayor complejidad se traduce en una más elevada dificultad para ejercer, con acierto, las tareas que la sociedad le encomienda y para satisfacer convenientemente sus expectativas. Disponemos de suficiente evidencia empírica como para concluir que una atinada relación entre familia y escuela facilitará la implicación parental, ampliará el área de influencia profesional del profesorado y contribuirá, de un modo sustantivo, al éxito educativo y a la mejora escolar.Salto de línea De conformidad con el contenido de los anteriores análisis, el Consejo Escolar del Estado eligió como temática de su XXIII Encuentro de Consejos Escolares Autonómicos y del Estado (Santander, abril 2015) «Las relaciones entre familia y escuela». Con la participación de los sectores implicados, se trataba de tender puentes entre esas dos instituciones directamente concernidas en la educación de niños, adolescentes y jóvenes. En el presente número y en torno a su tema central, Participación Educativa ha querido ofrecer a sus lectores análisis, investigaciones, reflexiones, experiencias y buenas prácticas, relativos todos ellos a esa misma cuestión.
Participación Educativa (Segunda época)