15/10/2020
Actualidad
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La participación de los ciudadanos en las sociedades democráticas ha aumentado gracias a que los medios de comunicación ofrecen información que nos permite formar una opinión propia sobre temas sociales, políticos, económicos o educativos. Los medios tradicionales han tenido que adaptarse a las nuevas formas de comunicación manteniendo, en general, su diversidad, pluralismo e imparcialidad. Desde que Internet existe, el consumo de información ha supuesto un cambio no solo para los medios que han tenido que adaptar su modelo de negocio, sino también para los ciudadanos que accedemos e interaccionamos con dicha información. La cantidad de noticias que se reciben a través de distintas plataformas en línea hace que la participación ciudadana haya aumentado, generando nuevos espacios de debate y reflexión. Sin embargo, en este contexto ha reaparecido con fuerza el fenómeno de la desinformación, entendida como aquella información errónea que surge de forma intencionadamente falsa, sobre todo en las redes sociales, en las que se propaga a gran escala y de forma rápida.
Dado el alcance y las consecuencias que puede tener la desinformación en línea, por ejemplo, en procesos electorales, la Comisión Europea ha llevado a cabo varias acciones como la creación de un grupo de expertos de alto nivel para asesorar en este tema; una consulta pública en línea que contaba con dos cuestionarios: uno para los ciudadanos y otro para organizaciones y periodistas en la que reflejaban su experiencia profesional sobre noticias falsas y desinformación en línea; o una encuesta de opinión pública del Eurobarómetro realizada en 2018 a 26 576 personas en la que aparecieron resultados como los siguientes:
Las causas de la desinformación son económicas, tecnológicas, políticas e ideológicas y su efecto es distinto en unos países y en otros dependiendo de los niveles de educación, la cultura democrática, la confianza de las instituciones y las desigualdades sociales y económicas. Por ello, la Comisión Europea ha visto necesario analizar el fenómeno y actuar contra él . Una de las medidas para luchar contra la desinformación es la alfabetización mediática e informacional, y qué mejor lugar que la escuela para comenzar a abordar este problema.
La educación en y para los medios implica una actitud crítica hacia la información que consumimos y una autonomía y responsabilidad de la información que producimos. Ya no solo es conocer un medio de comunicación, sino también tener las habilidades mediáticas e informativas que se necesitan para desenvolvernos de forma segura y responsable en los medios de comunicación actuales. Este recurso implica un aprendizaje para toda la vida y una garantía de que los ciudadanos tomen decisiones de manera informada.
Igualmente, la alfabetización mediática e informacional ayuda a hacer frente a la xenofobia, el racismo, la intolerancia y los discursos de odio que aparecen en plataformas de comunicación digital como las redes sociales y que conducen a la exclusión y marginación de individuos y comunidades. En el ámbito de la educación, el ciberacoso escolar es un problema que preocupa a la comunidad educativa y se puede evitar, en gran medida, enseñando a hacer un buen uso de la tecnología y formando en la protección contra los riesgos de Internet. Las redes sociales se han convertido en los espacios donde se comunican tanto los adultos como los jóvenes y suponen una oportunidad de expresión y recepción de mensajes en distintos formatos que pueden ser enriquecedores, pero también devastadores. Por ello, conocer los medios de comunicación digital y los riesgos que conllevan favorece que los niños, niñas y jóvenes hagan un buen uso de los mismos y que desarrollen una actitud crítica ante lo que reciben y producen.