30/06/2020
Actualidad
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Elaboración propia
Una dimensión importante para avanzar en educación inclusiva es mejorar las posibilidades de participación del alumnado(1). La “participación” hace referencia al hecho de que todas las personas se sientan reconocidas, partícipes activos, miembros queridos y apreciados por las demás personas de la comunidad educativa.
Esta infografía presenta claves para reflexionar sobre la existencia de posibles barreras a la participación en tu aula y cómo contribuir a transformarlas en facilitadores para que el alumnado se sienta seguro, representado y valorado.
Cuidar la participación en el aula de todas las alumnas y alumnos es fundamental. Esto debemos hacerlo siempre y ahora más porque la vuelta al cole después del confinamiento implica restablecer vínculos, calmar inseguridades, reencontrarse con compañeros…Además, hay que prestar más atención y mayor dedicación cuando hay personas que han estado fuera de la escuela ordinaria (como el alumnado con discapacidad) o están más alejadas del contexto escolar tradicional (como el alumnado migrante, gitano o de entornos socioeconómicos desfavorecidos), o cuando algunos aspectos de la diversidad humana viven algún tipo de opresión o discriminación en la sociedad (como las personas LGTBI, los cuerpos no normativos o los problemas de salud mental). Estos colectivos sufren más barreras para la participación en la vida escolar.
La infografía identifica algunas barreras que impiden o limitan la participación (por ende, también el aprendizaje). Una de ellas es el propio hecho de descuidar o pasar por alto el tema. No es habitual pararse a analizar la participación de alumnado. No es motivo de reflexión que se escuchen más unas voces que otras, que haya chicos y chicas que estén aislados en el patio, que los delegados sean siempre de cierta manera, que unos estudiantes se sientan más identificados que otros con el centro, o que los ejemplos en los libros de texto siempre se parezcan más a las realidades vitales de unos alumnos que de otros.
Por este motivo uno de los primeros pasos es darse cuenta de la importancia de la participación que se produce en el aula.
La organización del aula puede ser una barrera o un facilitador de la participación. La organización del aula de forma individual (la interacción básica es entre docente y estudiante) y de forma competitiva (realizar comparaciones entre el alumnado, alabanzas únicamente a la rapidez o a los mejores resultados, etc.) constituye una barrera. Resulta más beneficioso organizar el aula como un entorno de cooperación y apoyo mutuo: la interacción entre compañeras y compañeros se fomenta y se convierte en objeto de enseñanza.
Por otra parte, la vida escolar suele estar falta de tiempos dedicados específicamente a conocerse, establecer lazos positivos con los compañeros y compañeras y desarrollar el sentido de pertenencia al grupo. Sin embargo, es necesario realizar actividades de cohesión grupal, tanto a principios como a lo largo del curso. Un grupo cohesionado es facilitador de la participación.
Otra de las grandes barreras es la existencia de los estereotipos. Las ideas que tenemos ligadas a determinadas características como el género, el origen étnico o el diagnóstico nos sesgan y dan lugar a situaciones perjudiciales como por ejemplo esperar menos resultados de determinados alumnos y otras expectativas erróneas. Es importante trabajar sobre los propios estereotipos, se debe identificarlos y explicitarlos para superarlos para poder mantener expectativas altas para todo el alumnado.
Fuente: pixbay.com
Otra barrera está relacionada con la desconexión entre lo escolar y la vida fuera de la escuela que siente una parte del alumnado, y con la falta de referentes de éxito. Los contenidos, las formas de comportarse y de hablar, los valores y otros aspectos que ordenan lo escolar resultan muy diferentes, alejados, ajenos al marco vital del alumnado. Por ello, es fundamental ajustar los contenidos de forma que conecten con la experiencia vital de la persona y ofrecer referentes con los cuales pueda identificarse para reducir la lejanía y aumentar el sentimiento de pertenencia(2).
Por último las actitudes de discriminación y las conductas de acoso constituyen enormes barreras(3) . En este sentido es imprescindible planificar objetivos de aprendizaje relacionados con la convivencia y la resolución de conflictos para generar una comunidad en el aula en la que estas conductas se minimicen y se aborden de forma eficaz aquellas que surjan.
Fuente: pixbay.com
(1)Según la propuesta de Booth y Ainscow, la educación inclusiva se compone de tres dimensiones: presencia, participación y aprendizaje. Puedes leer más en “Guía para la Educación Inclusiva. Desarrollando el aprendizaje y la participación en los centros escolares”, traducción al castellano de “Index For Inclusion developing learning and participation in schools (Booth y Ainscow, 2011).
(2)Puedes consultar esta publicación de UNICEF sobre los factores de exclusión educativa para saber más sobre el rol de las expectativas docentes o la lejanía entre lo escolar el marco vital
(3) Puedes consultar algunas guías específicas sobre el acoso a grupos vulnerables, como esta acerca del acoso homofóbico y transfóbico