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La afición lectora en la escuela

13/06/2023

Fondo bibliográfico

Libros de lectura

Decía Günter Grass que “no hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño que lee” pero para contemplar ese espectáculo no basta a menudo con enseñar a leer, papel que la escuela cumple a la perfección, sino que también hay que fomentar el hábito lector, tarea ésta mucho más complicada.

En estos días que hemos asistido un año más a la Feria del Libro de Madrid y a la celebración de ese gusto por la lectura fuera de la obligación marcada en colegios e institutos, nos preguntamos cómo se configura ese proceso en edades tempranas, cómo se mantiene y cuál ha sido su evolución a través de los años.

La manera en la que se ha abordado la enseñanza de lectura en sus primeros pasos determina en gran medida la actitud del aprendiz hacia lo escrito. Es por ello que la cuestión sobre el tipo de lectores que formamos va intrínsecamente unida a estos comienzos. En los primeros momentos, la tarea de aprender a leer consistía en descifrar, en identificar las palabras representadas, para pasar posteriormente a un método fonético. Con el pedagogo Ovide Decroly, se desarrolla un sistema de enseñanza que se apoyaba en la comprensión de significados desde el inicio del proceso.

Niña leyendo

Son los manuales de lectura los que nos ayudan a entender esta evolución. En la Biblioteca de Educación contamos con ejemplares que, a través de sus prólogos, de la selección de sus textos o de las propias ilustraciones que los acompañan, nos muestran estos cambios. Así, encontramos en ellos advertencias como la de Páginas selectas (1930): “No conviene olvidar que los libros de lectura, entre otras cualidades, han de reunir las de estar correctamente escritos y al alcance intelectual de los niños, y si se ha de leer expresiva y artísticamente, no han de faltar los confeccionados con trabajos literarios en prosa y en verso. Más en honor a la verdad, hemos de consignar que la mayoría de esta clase de obras adolece de graves defectos: en unas, los trabajos literarios, pertenecen a autores clásicos, cuyo lenguaje resulta anticuado […]; en otras, los fragmentos son de escritores modernos, pero de discutible mérito literario e impropios para la edad y capacidad de los niños”. Es así como empiezan a tener cabida el juego y la fantasía en los libros escolares, tan negados con anterioridad. El paso siguiente, mucho más paulatino y reciente, será el aporte de un sentido crítico en el proceso de lectura.

Según Aurora Cuevas Cerveró “la lectura es una habilidad compleja que ha evolucionado y se ha construido históricamente”. Para esta autora, se encuentra en un momento de transformación, en el que la escuela debe estar a la altura e intentar acercarse a los modos de aprehender que los alumnos tienen fuera del entorno escolar, sin discriminar lo textual de la imagen, el sonido o el soporte, que pueden convivir o enriquecerse mutuamente.

Son muchos los estudios que se vienen realizando en los últimos años orientados a analizar cómo favorecer el aprendizaje de la lectura con el propósito de mejorar su adquisición desde las primeras edades hasta la edad adulta. En esta línea os recomendamos El libro y las dificultades lectoras en el siglo XXI Nueva ventanaque recoge una gran diversidad de aportaciones procedentes de investigaciones y experiencias educativas que se han realizado recientemente en torno al aprendizaje de la lectura.

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