Paul StandishSalto de línea Institute of Education, London
10.4438/1988-592X-RE-2016-373-323
El trabajo aborda la rica naturaleza de la práctica de la enseñanza, una riqueza de la que no nos podemos dar cuenta cuando la evaluación se concibe de forma reduccionista. Se argumenta que la enseñanza enfocada a la superación de exámenes implica una frustración de las posibilidades del ser humano, incluso una negación de lo humano. Por el contrario, presentarle algo a alguien, hablar con ellos sobre ello, dirigirse a ellos y escucharlos, sería un reconocimiento de que lo que se enseña admite un espacio para la respuesta y que el alumno es alguien capaz de responder. Tomando esto como punto de partida, el autor utiliza evocadoras escenas de películas que ayuden al lector a reconocer ciertos aspectos de lo que implica la enseñanza, y que, especialmente en la actualidad, están pasando desapercibidos, negados en cierto modo. El trabajo centra su atención en desvelar la exposición inherente a la práctica de la enseñanza, que está fuertemente relacionada con la naturaleza del habla. En el corazón del habla, se encuentra el tener algo que decir. Hablar es exponerle algo a alguien para que le preste atención. En el corazón de la enseñanza, se encuentra el tener algo que enseñar. El trabajo continúa discutiendo estas ideas en relación con obras de Buber, Vansieleghem y Masschelein, y Rhees. El autor invita a los lectores a tener cuidado con los modos en que las prácticas de enseñanza pueden ocultar la represión y la negación que, en última instancia, implican un fracaso en ver cómo es el mundo. Una cierta clase de exposición del docente, en el que se mezclan la vulnerabilidad humana y la capacidad para conectar e involucrarse personalmente, es inherente a la buena enseñanza y el aprendizaje.
Filosofía de la educación, formación del profesorado, concepto de enseñanza, experiencia en la enseñanza.
The paper addresses the rich nature of the practice of teaching, a richness that cannot be realized where assessment is reductively conceived. It is argued that teaching-to-the-test involves a frustration of the possibilities of the human, even a denial of the human. Laying something before someone, by contrast, speaking with them about this thing, addressing them and listening to them, would acknowledge both that what is taught admits a space for response and that the learner is someone capable of response. Taking this as a starting point, the author uses evocative film scenes to help the reader acknowledge certain aspects of what teaching implies, and which, especially in our time, are passing unnoticed, somehow denied. The paper focuses its attention on unveiling the exposure inherent in the practice of teaching, which is strongly connected with the nature of speech. At the heart of speech is having something to say. To speak is to lay something before someone for their attention. At the heart of teaching is having something to teach. The paper goes on discussing these ideas in connection with works from Buber, Vansieleghem and Masschelein, and Rhees. The author invites the readers to be wary of ways in which teaching practices may conceal repression and denial, which ultimately implies a failure to see the way the world is. A kind of teacher’s exposure, that mixes human vulnerability and personal connection and engagement, is inherent in good teaching and learning.
Educational philosophy, teacher education, concept teaching, teaching experience.