Elisa Mª Fernández Tonón nace y se forma en Madrid, concluyendo sus estudios de Filosofía en la Universidad Complutense en el año 2000. Una beca Erasmus la lleva por primera vez a Italia, donde regresa gracias a otra beca, esta vez para estudiar el pensamiento de Giordano Bruno. En Italia, donde actualmente reside, ha trabajado como lectora de español durante dos años y ha enseñado español otros tres más a estudiantes de edades diversas y en diferentes contextos. En noviembre de 2006 concluye el máster para profesores de español de la universidad de León para el que escribe la memoria que aquí presentamos.
El presente trabajo pretende ayudar en la comprensión del papel que los factores afectivos desempeñan en el proceso de enseñanza-aprendizaje de idiomas. Salto de líneaEl marco teórico de la cuestión se inicia con una perspectiva histórica en la que se investiga el lugar que los llamados “factores afectivos” ocupan en las distintas escuelas de psicología del aprendizaje y en las metodologías de enseñanza de idiomas, para después dar paso a un examen más detallado de las contribuciones más significativas en la materia. Salto de líneaLa parte central corresponde al trabajo de investigación, realizado por la autora en un curso de español para adultos en el que ella misma es profesora. Siguiendo los principios de la investigación cualitativa y evitando servirse de categorías predefinidas, la investigadora concentra su atención en la observación de los procesos afectivos que tienen lugar en el aula, tanto los que intuye u observa en los alumnos como los que percibe en sí misma. Salto de líneaUna importante atención es dedicada a la metodología de recogida de datos, basada principalmente en dos sistemas: el cuestionario, que es reformulado para que facilite un intercambio comunicativo más típico de la entrevista (cada cuestionario se escribe a medida de la situación en que se va a presentar y se ofrece retroalimentación del interlocutor que dirige las preguntas), y el diario del profesor. Salto de líneaLa observación así llevada a cabo resulta no estar exenta de efectos positivos: el docente, al disponer de una comprensión más profunda de lo que sucede en el aula, toma decisiones didácticas más oportunas; también se crea una dinámica positiva en el grupo “docente-alumnos”, basada en la confianza recíproca y en la participación. Al finalizar el curso, los alumnos consideran que las relaciones humanas vividas y el clima afectivo del aula han sido decisivos en el éxito de su aprendizaje.
BIBLIOTECA 2007 NÚMERO 7. PRIMER SEMESTRE 2007